Odisea en Galaxia 111
2024
Exposición bipersonal de Carlos Zevallos e Intiñán Ontiveros
Galería Martín Yépez
Lima, Perú.
Curaduría y diseño de exposición
Jerson Ramirez (Curaduría)
Carlos Zevallos (Diseño de afiche)
Francesco Thorne (Dirección de material audiovisual)
Texto curatorial
Como toda buena historia, esta comienza con el clásico “Había una vez”. Aunque, pensándolo mejor, quizás la apertura más apropiada sea “Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana”. Pero esta historia no ocurrió hace mucho tiempo… Ni en una galaxia lejana…
Hace no mucho tiempo, en una galaxia no tan lejana, un pumita paseaba grácilmente por altas montañas, cuando vio a lo lejos a un zorrito en apuros y corrió a ayudarlo. Agradecido, el zorrito le contó que descendía de grandes pintores, y que había llegado a esas tierras para ejercitarse en la pintura de paisaje. El pumita, al ver que el zorrito no estaba acostumbrado a dichos territorios, se ofreció a acompañarlo.
Durante el día, mientras que el zorrito pintaba, mantenían amenas y reflexivas conversaciones. En ellas abundaban los cuestionamientos del oficio de pintor, la representación de las imágenes y de la pertinencia de la pintura como medio. En las noches, la atmósfera se alegraba con los rituales del pumita, en los que bailaba para invocar a los dioses de la tierra y conectar con sus raíces. Con el paso de los días, se fue forjando un fuerte lazo de camaradería y amistad entre el pumita bailarín y el zorrito pintor.
Como en todo vínculo, no todo era –como se dice– miel sobre hojuelas. El pumita y el zorrito tenían visiones diferentes, y muchas veces se encontraron en disputas y desacuerdos. Sin embargo, al final de cada día, los gratos momentos compartidos y los buenos resultados del trabajo en equipo pesaban más. Así, conscientes de sus diferencias, su amor por la pintura los unió y los llevó a buscar la aventura juntos.
Una mañana, decidieron explorar los recónditos y desconocidos territorios de la Galaxia 111, y registrar sus hallazgos. En su camino se encontraron con algunos habitantes, quienes los ayudaron en su misión. Como agradecimiento, el pumita y el zorrito organizaron festines –que llamaron soshials–, en los que la comida, la bebida y la música abrían paso a conversaciones cotidianas, momentos de trabajo y agudas reflexiones de sus experiencias.
Posiblemente el lector espere encontrar el “Colorín colorado” en alguna parte de este texto; sin embargo, el narrador no puede llamarlo, pues la historia del pumita bailarín (Intiñán Ontiveros) y el zorrito pintor (Carlos Zevallos) no ha terminado. “Odisea en Galaxia 111” presenta los resultados de la primera fase de la expedición de estos dos buenos amigos, una expedición en la que los soshials borraron –en palabras de Rauschenberg– la brecha entre la vida y el arte.
Se dice que es el constante cuestionamiento a nuestro quehacer lo que nos permite encontrar nuevas posibilidades. Y fue precisamente esa necesidad de cuestionamiento lo que empujó a Ontiveros y Zevallos a recorrer un terreno que no les es del todo desconocido: la pintura. Desde hace tres años, estos pintores de oficio van sobre sus pasos y buscan las posibilidades que la pintura como lenguaje puede ofrecer en una acelerada contemporaneidad que tiende a desdibujar límites y dejar poco tiempo a la contemplación.
La diversidad de temas y formatos que acoge este espacio responde, en primer lugar, a las múltiples inquietudes e intereses de Ontiveros y Zevallos, tanto como pintores como individuos. Los clásicos de la pintura, como los paisajes y retratos, conviven con un repertorio de íconos de la cultura popular que marcaron la generación de ambos artistas. Por otro lado, se encuentran aquí, también, obras de carácter colaborativo y multidisciplinario, resultado de los festines/laboratorios llamados soshials. En ellos, por medio de una suerte de azar dirigido, surgió una pintura espontánea y llena de energía que integra distintos imaginarios, saberes, voces y manos.
“Odisea en Galaxia 111” no pretende presentarse como el resultado de un proyecto, sino como la búsqueda de un método de trabajo, una nueva forma de apoyarse en la pintura. En este sentido, los soshials pueden entenderse como expediciones, pruebas llevadas a cabo dentro de un entorno seguro y libre de prejuicios o jerarquías en el que Ontiveros y Zevallos fueron también participantes, lo que les permitió alcanzar conclusiones al contrastar sus propias experiencias con las de los otros involucrados. Si bien esta exposición se presenta como cierre de este proceso de búsqueda, dista mucho de cerrar la historia del pumita bailarín y el zorrito pintor, cuyas curiosas naturalezas los llevarán a recorrer nuevas galaxias y a formularse nuevas preguntas. Es así como a este narrador, resignado a no culminar su labor, no le resta más que decir “esta historia continuará”.
Jerson Ramirez
Noviembre, 2024.
Registro fotográfico
Fotografías de la noche de inauguración. Fotógrafo: Juan Zevallos.