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Impresores Asociados S.A.C., 2022

Bipersonal de Alvaro Barrera y Christian Sánchez

Galería Limaq - Museo Metropolitano de Lima

Lima, Perú.

Curaduría y diseño de exposición

Jerson Ramirez

Programa público

Visitas guiadas a cargo del curador y los artistas: 8, 21 y 30 de setiembre

Conversatorio a cargo de Nanda Leonardini. La historia del grabado y la imprenta en el Perú. 14 de setiembre

Conversatorio "Proyectos independientes relacionados a la impresión" con Imprenta Pública, Punk Press y Soma Publicaciones. 5 de octubre.

Conversatorio "La historia del mutualismo, la tipografía americana y la hermandad peruano-chilena" con Victorino Lainez. 19 de cotubre.

Taller de fabricación de herramientas para el grabado. A cargo de Alvaro Barrera. 16 de setiembre.

Texto curatorial

Hacia 1953, el escritor norteamericano Ray Bradbury publicó la novela Fahrenheit 451, considerada por la crítica como uno de sus mejores trabajos. En ella, Bradbury nos transporta a un futuro distópico en el que el gobierno, como parte de un plan de control, decide quemar todos los libros existentes en Estados Unidos y forzar a la población a informarse a través de los programas de televisión. No obstante, debido a que los contenidos son definidos y aprobados por el gobierno antes de su transmisión, estos se limitan a un entretenimiento superfluo y a información sesgada de la realidad. Ante la eminente pérdida de conocimientos que esto significaría, un grupo de personas decide hacer lo que esté al alcance de sus posibilidades para rescatarlos. De este modo, comprometen sus vidas a memorizar -palabra por palabra- los contenidos de la mayor cantidad posible de libros antes de su inevitable desaparición. No obstante, estas personas-libro estaban condenadas -al igual que todos los humanos- a morir. Cuando la hora le llegaba a uno de ellos, se buscaba a una persona a la que pudiera transmitirle sus conocimientos a modo de una narración.

 

La trama de esta novela se alinea con las inquietudes de muchos artistas que entre las décadas de 1950 y 1960 pensaron en trascender el objeto y elaborar obras en las que el cuerpo y la idea cobraran un nuevo valor. Aunque muchas de estas propuestas del arte conceptual no fueron inmediatamente aceptadas, décadas después, algunos de los más importantes teóricos y críticos de arte reconocieron sus cualidades y ventajas. Así, podemos tomar como ejemplo al curador y crítico de arte suizo Hans Ulrich Obrist, cuyos proyectos buscan siempre rescatar las ideas de los artistas con quienes trabaja. A diferencia del historiador del arte francés Georges Didi-Huberman, quien manifiesta su romántica e inocente fe en la eterna existencia de los objetos, incluidas las obras de arte, en su libro Ante el tiempo (2015), Obrist es consciente de su frágil corporalidad. Para tener una idea más clara de esta postura, basta recordar el trágico incendio que arrasó con la colección del Museo Nacional de Brasil en el 2018. Si bien ninguna de las obras allí alojadas sobrevivió, parte de la colección vive aún a través de las fotografías, a modo de metaimagen, que los visitantes de dicho museo tomaron de ellas a lo largo de los años.

 

Para Obrist, la materialización de una idea en una obra de arte es tan importante como el rescate y presentación de la idea misma, pues cuando la obra desaparezca, será solo a través de la idea que podremos llegar a conocerla. Para lograr su cometido, el curador suizo diseña un programa público para cada exposición que gira en torno a extensas entrevistas a los artistas, las cuales pueden tomar días enteros sin interrupción. En ellas, por medio de intrincadas preguntas, Obrist intenta llegar a los lugares más recónditos de la mente del artista y hallar la esencia de la obra. Estas sesiones son grabadas en audio y en vídeo, para ser luego transcritas y traducidas a distintos idiomas. Como acto final, el curador suizo toma algunas de las palabras claves que emergieron en la entrevista y las emplea para crear mapas mentales, una suerte de rutas que dichos conceptos recorrieron para transitar desde el plano metafísico hasta el plano material en el que habitamos. En otras palabras, gracias a una acción tan cotidiana, sencilla y muchas veces subvalorada como la conversación, Obrist logra crear múltiples vías de subsistencia para la idea y para la obra.

 

Cuando comenzamos a diseñar el boceto de esta propuesta en el 2019, nuestro principal objetivo era el de abrir un espacio al cual el público en general pudiera descubrir, conocer y entender los procesos de trabajo detrás del grabado, una disciplina de las “bellas artes” que muy pocas veces en la historia ha recibido el reconocimiento debido. No debemos olvidar que, mucho antes de la invención de la radio y la televisión, la transmisión de ideologías e información se realizaba por medio de estampas, libros, afiches, materiales impresos cuyos bajos costos de producción permitieron reproducirlos en grandes tirajes, democratizando, así, el acceso a contenidos que permanecieron por mucho tiempo en el poder de las élites. No obstante, es precisamente esta característica del grabado la que lo distanció de otras disciplinas como el dibujo, la pintura y la escultura, pues ya no hablamos de una obra única, original y coleccionable, sino de una matriz, un medio, una herramienta empleada para finalidades “no artísticas” perteneciente a las masas.

 

Desde el siglo pasado, muchos artistas reconocieron las ventajas de producir grabados en series limitadas para su comercialización como obras. Esto resultó atractivo para coleccionistas jóvenes, pues adquirían trabajos de renombradas personalidades a un costo mucho menor que el de una pintura o escultura. Esta táctica, mantenida en el circuito comercial local, ha ayudado a revalorizar y fomentar el grabado en las artes visuales contemporáneas. Sin embargo, existen muchas otras áreas, muchas veces menospreciadas, en las que este oficio es empleado y aprovechado. Por ejemplo, si recorremos las galerías del emporio comercial de Gamarra, observamos miles de polos con estampados que se venden cada día, pero ignoramos que ellos han sido trabajados por medio del sublimado. Asimismo, a pesar de sus coloridos diseños y formas, pocas veces prestamos atención a los posavasos que se nos proporcionan en un café o en un bar, los cuales pueden ser elaborados a partir de la serigrafía. En pocas palabras, vivimos -casi sin darnos cuenta- en un sistema económico que depende en gran medida del grabado y de sus métodos de impresión.

 

Desde hace ya varios años, algunos grabadores egresados de las escuelas de arte del país emplearon sus conocimientos para llevar a cabo proyectos independientes que les permitiera ingresar a este sistema económico. Con arduo y constante trabajo, empeño e ilusión, fueron abriendo talleres, posicionándose en un vasto mercado y alcanzando cierto punto de sostenibilidad. Lamentablemente, en el segundo trimestre del 2020, la emergencia sanitaria ocasionada por el COVID-19 forzó a la economía nacional a mostrar su débil y fatigado rostro, así como el sinfín de precariedades con las que los trabajadores informales lidian en su día a día. En este sentido, si bien la meta de este proyecto sigue siendo visibilizar los procesos detrás del grabado, la reciente coyuntura nos ha permitido repensar las posibilidades y poner a discusión las limitaciones a las que se ven sujetos los trabajadores de las artes en el contexto local.

 

Para tal finalidad, el proyecto Impresores Asociados S.A.C. traslada los talleres de los artistas Christian Sánchez y Álvaro Barrera al espacio de exposición. Aquí, además de presentar sus obras, se reúnen los materiales, herramientas y equipos empleados por ellos para la producción artística. Durante el tiempo de exposición, los artistas ocuparán este espacio y lo usarán como área de trabajo para mostrar sus procesos, dialogar con el público y crear obras en conjunto. En este sentido, buscamos aplicar la metodología desarrollada por Obrist solo en parte. La figura del curador que dirige y encamina el diálogo da un paso al lado y permite que el visitante haga las preguntas en base a sus propios intereses y curiosidades. Concebimos el proyecto como un laboratorio en el que se encontrarán distintas perspectivas y experiencias que abrirán las puertas al desarrollo de nuevas formas de trabajo en colaboración y transmisión de conocimientos de una manera cálida y sin un objeto de por medio, tal y como lo hicieron las personas-libro de Bradbury.


Jerson Ramirez
Abril, 2022.

Registro fotográfico

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Fotografía extraída de la web de LaMula

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Fotografía extraída de la web de LaMula

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